domingo, 11 de enero de 2015

Yin Yang

Paseaba tranquilamente por la calle una soleada mañana de domingo, donde parecía ser la dueña de la ciudad, salvo en las zonas cercanas a las iglesias, donde la gente de tercera edad y algún que otro joven creyente practicante, esperaban para entrar a la iglesia a escuchar el relato correspondiente.

Las calles olían a los panes recién hechos de la panadería de la esquina, y ella, hambrienta de sueños, no podía dejar de pensar en una buena palmera de chocolate... mmmmm... delicioso.
Pero mientras iba caminando iba dándole vueltas a la cabeza sobre los colores de la vida. Cuando tenemos un día "negro" queremos decir que hemos tenido un mal día, sin embargo, el día que estamos de buen humor y que todos nos va bien, lo vemos todo color "rosa" o de varios colores... ella era un poco (muy... quizás demasiado) miope pero aún, tuviese el día bueno o malo, siempre veía todo con el mismo color, gris. Así es, ni blanco ni negro, sino gris, como ella. Como hace poco, os hablo de ella, de mi amiga Sombra (que sí, que es una amiga... ¿por qué iba a ser yo?). Con sus ojos oscuros como el carbón y sus sentimientos tan claros como las aguas cristalinas de Bora Bora.
Insegura, frágil, indecisa, miedosa, así era ella hasta que alguien se interpuso en su camino. Normalmente cuando alguien en un día soleado se para frente a ti, te da sombra, sobre todo si es más grande que tú, pero aquí ocurrió algo extraño, él la daba Luz.
No necesitaba focos, ni leds, ni bombillas, ni linternas, ni ningún otro cachivache para iluminarla a ella entera, para darla ese toque de luz que la faltaba para hacer pequeñas esas inseguridades, para darle un poco más de fuerza cuando se sintiese débil y frágil, para hacerla ver desde otro punto de vista las cosas, y que fuese más fácil tomar decisiones, para ocultar sus miedos con su luz y aportarla tranquilidad y seguridad, porque con su luz, todo es seguro, todo está en calma, todo es más fácil.

Atónita con ese poder que aquel señor ejercía en ella, Sombra cayó en sus brazos sin pensárselo ni si quiera un segundo, siguiéndole a cada lado, sirviéndole de apoyo en cada momento, dándole calor los días de frío, y Sombra, no se separó de él. 

Esto me recuerda el significado del Yin-Yang, un conocido símbolo que guarda la historia de que Yin, era el lado frío y oscuro de la montaña orientada al Norte y Yang, al contrario, era la zona más cálida de la montaña, la zona de la luz orientada al Sur. Este símbolo simboliza también al hombre y la mujer, donde la mujer es el Yin (la noche, lo oscuro, lo frío, la Luna) y el hombre el Yang (lo cálido, la luz, el Sol). Y en cada lado, se encuentra una parte del otro, una pequeña semilla que ocupa uno en el lugar del otro...
 como un pequeño hueco en el corazón de Sombra en el que vive él, 
su señor de la Luz.


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