Todos tenemos dentro un pequeño Pepito grillo, que es el que se encarga de que a veces, sintamos esa cosa que la gente llama remordimiento. El remordimiento a veces es pequeño, como cuando dices una pequeña mentira piadosa, al final te sientes mal por haberlo hecho, pero otras veces, es mayor, como cuando fallas a un amigo. Hay personas que son capaces de evitar el remordimiento parándose a penar y tomando la decisión correcta, pero como siempre para, algunos no tenemos tiempo de arrepentirnos porque somo incapaces de mirar atrás, solo miramos el presente y el futuro dejando el ayer en el olvido. Pero tenemos que luchar para hacer las paces con el pasado y lograr enterrar nuestros remordimientos para poder mirar atrás sin temor a que algo que preferimos olvidar vuelva a estallar en la cara, y cuando esto pasa, nos prometemos cambiar nuestra forma de ser.... pero son falsas promesas.
Nuestros mayores remordimientos no son por aquello que hicimos, sino por las cosas que no hicimos, o no dijimos y podrían haber salvado o ayudado a quien queríamos, podrían haber llegado a cambiar todo, sobre todo cuando nos paramos para observar la tormenta que se precipita en su camino...
"Dos centímetros son decisivos... incertidumbre ¿habrá beso o no?.... Son esos dos centímetros mucho mejores que el beso en sí."
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