lunes, 26 de marzo de 2012

Insomnio en noches de tempestades

Ocultándose la luna entre las nubes de media noche, no deja de girar en la cama. Esta no es la típica historia de la princesa con un guisante bajo el colchón que no puede dormir, es la historia de la mítica chica con insomnio en noches de tempestades, la que se oculta en la sombra en días en los que el Sol brilla en lo alto del cielo. Sabe reír, gritar, odiar, querer y llorar, pero no sabe pensar. Lo intenta, pero siempre termina dando mil vueltas a cada palabra, cada momento, mirada o situación. Falta aire para respirar profundo en calma. A veces da la sensación de que todo se desmorona a su alrededor y salir corriendo no serviría de nada. Es difícil hablar de los días de tempestades, y más de las noches en las que la oscuridad invade toda la habitación, de los inviernos en los que salir a la calle es permitir que un frío desgarrador nos recorra por todo el cuerpo y no sale por más capas de ropa que nos pongamos, sólo con él. Llorar es fácil, pues en cada lágrima va una palabra pidiendo ayuda para tapar todas esas goteras que llenan nuestra cabeza. Pero no siempre los días son así. No siempre son noches de tempestades en los que la luna se esconde. Hay días felices, en los que cada segundo es perfecto y preferimos aprovecharlos para guardar el recuerdo de cada segundo bajo llave. Porque esos momentos son irrepetibles.


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