Llega, se pone el casco y sube a la moto. ¿Miedo? ¿Quién dijo miedo? Confía en él....
Arranca y gira en la primera curva hacia la derecha, pasan entre los coches, se alejan de la ciudad. El aire la acaricia la cara y juega con el pelo que sale bajo el casco. Semáforo en rojo. Paran. Él la mira de reojo a través del retrovisor, ella mira a todos lados descubriendo mundo, fascinada y simplemente hay una casa abandonada, o edificios como los de la ciudad, pero es un lugar nuevo y aunque sea el lugar más cutre del mundo, la gusta conocer sitios nuevos porque siempre les descubre con él. El semáforo continúa rojo. La agarra las piernas, las manos, ¿vas bien? Sí. Sonríe y piensa.... claro que voy bien, voy contigo. Semáforo en verde y continúa el viaje. Mira a los lados y arranca. La pregunta ¿Qué tal en clase? Ella calla. Piensa. Responde con un bueeeeno de esos que la enseñó a decir y ambos se ríen. Esa pregunta tan corriente la hace pensar, sentirse bien, nadie la pregunta nunca qué tal la ha ido el día, nadie se había preocupado hasta ahora. No es la primera vez que se lo pregunta, pero sí la primera vez que ella recapacita. Pasa un tiempo y fin del viaje. Vuelta a casa. Y más semáforos rojos.
Y todo esto la hace pensar. Ha cambiado. Tenía pánico a subirse en una moto incluso hasta para hacerse una foto ¿y ahora? No hay miedo, con él no y quizás lo lees y no le ves mucho sentido, pero es que es él quien la aporta seguridad. ÉL.
"¿Quién dijo miedo?".
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