El trabajo más costoso es el de ser actriz, porque muchas veces cuesta mantener la sonrisa, y los ojos libres de lágrimas, pero para eso está el fin, cuando se cierra el telón y te encierras en tu habitación cada noche, a oscuras, cuando nadie puede verte y eres realmente tú misma. Y lloras. Y en esos momentos es cuando una persona se da cuenta que necesita un abrazo, pero no un abrazo cualquiera, el abrazo de una amiga que no te va a preguntar qué pasa, o el abrazo de esa persona tan especial que cuando te abraza se te escapan las lágrimas al saber que entiende que estás mal y sólo se preocupa de que la lágrima no recorra tu rostro. A veces creo que el problema no son ellos, sino yo, y poco a poco me voy auto-destruyendo por dentro, ahogándome en silencio, y una no es de piedra. Todo se asemeja al mar, cuando las olas colisionan contra las rocas y éstas poco a poco se van desgastando y al final se convierten en polvo.
"Llora siempre cerca del mar para que tus lágrimas se confundan con las olas"
A veces las personas no lloran porque sean débiles, sino porque llevan demasiado tiempo siendo fuertes.
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