lunes, 6 de febrero de 2012

Dieciséis lunares

Despertar perdida entre sus brazos, me hice con sus latidos y me guié por ellos hasta encontrarle. Y ya se acabó el compartir mis historias solo con el relleno de mi almohada. 
Entra la luz por la ventana, aún duerme. Mis ojos se abren lentamente, le tengo a mi lado, cuento las líneas de su persiana y empiezo a hacer un repaso de todo lo aprendido. Cada parte de su cuerpo, cada arruga al reír, la forma de sus dientes y sus sonrisas, sus muecas, las yemas de sus dedos, el tacto, él en mi piel, las orejas, su nariz, los dieciséis lunares de su espalda, sus ojos, su sabor, su espalda, sus brazos, su cuello... cada momento.
 Y abro bien los ojos y me encuentro con su espalda, después de varias horas sintiendo su respiración en mi nuca. Y las arrugas de las sábanas, las ganas de quedarme entre sus brazos, de que aproveche mis escalofríos para leer mi piel en braille. Pero despacio, a pocos. Es hora de subir la persiana. Un desayuno en la cama y mis labios acortando distancias...



"Su esencia bajo los poros de mi piel, su mirada en mis ojos, 
sus besos en mis labios..."

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