Una verdadera amiga... la soledad

Es la agonía de esta soledad la que me invade una vez más. Es increíble la capacidad que tenemos de engañarnos y de cubrirnos con vendas que curan superficialmente cada herida que nos hacen pero en las que siempre quedan las profundas o las que dejan cicatriz, que por pequeña que sea, te dejan el recuerdo, pero intentamos evitar observarlas con detenimiento; sabemos que están ahí, aunque preferimos no saberlo, no volverlo a mencionar.También están las vendas esas que nos ponemos en nuestros ojos, ayudándonos a fingir que “todo va bien”, haciendo como que nada va a cambiar tan pronto o que el destino no nos va a llegar a separar tan rápidamente. Las lágrimas caen y pienso que solo he sido un alguien que se ha preocupado demasiado por todos, sólo porque eran y son importantes para mí, por sentir cariño, porque me he sentido bien... He pasado muy buenos momentos, quizás de los mejores, he reído, he llorado, me he enfadado, me he reconciliado, me han enseñado y todo eso me ha llevado aquí, pero estoy lejana, distante... Nunca he sentido que les importara tanto como ellos a mí, nunca he sentido que en todo momento van a estar ahí por mucho que lo hayan prometido. Estoy perdida, sin saber dónde ir, qué me voy a encontrar, sin imaginar lo que me espera. No entiendo por qué soy de las que fingen su sonrisa, y es que, creo que a veces olvido lo que era una sonrisa sincera, de esas que brotan solas, radiantes, esas que no esconden nada. Poca gente sabe ver lo que realmente puedo llegar a esconder tras una sonrisa, lo que realmente siento.
Se han cerrado capítulos, otros han sido borrados, quemados lentamente. La confianza también es algo que ha llegado a perderse con el paso del tiempo. Tan solo nos queda la aceptación de esta absurda realidad y la soledad que al fin y al cabo desde un principio nos acompaña, es la que no me abandonará, no me traicionará, y sin embargo, me aceptará, me comprenderá y tan solo me escuchará, en silencio, como solo ella sabe.