Mira atentamente, mira como caen las gotas de lluvia sobre tu ventana, una tras otra, y resbalan lentamente cayendo, empujando una a la otra, borrando un rastro. Así pasa con los momentos de la vida. Todos están ahí, pero siempre ocurre algo bueno que se lleva lo malo, lo arrastra hasta sacarlo de la cabeza, pero no es así, como pasa con las gotas de lluvia, que quedan en el borde de la ventana, los recuerdos quedan escondidos en la memoria, a veces tan escondidos que cuando nos damos cuenta están cruzando la línea del olvido, y no nos damos cuenta, que el olvido no existe.
Queremos olvidarnos de todo, empezar una nueva vida, dejar atrás el pasado sin pensar en un futuro, simplemente viviendo el presente, pero es entonces cuando empieza a llover, no sólo a través de la ventana, también en nosotros. Mientras vemos como caen y resbalan las gotas por la ventana, desprenden de nuestros ojos pequeñas lágrimas que bajan lentamente por el rostro, empujando una tras otra llevándose todo lo malo.
Y comienza un nuevo día, nos despertamos, hace sol, las calles ya están secas, no queda rastro de lluvia, nuestra sonrisa irradia felicidad, nos alumbra, hasta que se vuelve a acercar esa puta nube y todo vuelve a empezar. Vuelve el frío, la lluvia, la oscuridad...
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